David E. Santos Gómez
3 de agosto de 2008
- El Presidente cumple seis años en la Presidencia. Admiradores y detractores coinciden en decir que es una figura única que cambió la forma de entender la política. Su punto fuerte es el fortalecimiento del Estado. El débil, su relación con otras ramas del poder.
- Los analistas dicen que uno de los grandes éxitos del presidente Álvaro Uribe, además del manejo de la seguridad, tiene que ver con su forma de hacer política, con un estilo informal y cercano a la gente, que lo hace visible a la población.
Hace poco más de un mes el periódico The Guardian , de Inglaterra, aseguró que para mediados del 2002 Colombia estuvo a punto de ser un estado fallido y después fue elegido como presidente Álvaro Uribe. ¿Suena mesiánico?. Sin duda, pero así es buena parte de la percepción internacional.Analistas internos, afines al Gobierno y también opositores, coinciden en decir que el presidente Uribe transformó la visión del país con una manera poco usual de hacer política. Reconocen todos (algunos con más emotividad que otros) que la Colombia de 2008 es radicalmente distinta a la que se vivía en 2002 y que hoy el sentimiento del ciudadano es de un apego a la Patria imposible de pensar al comenzar la década.
"A manera de balance creo que el gran logro de Uribe es el fortalecimiento del Estado. Históricamente nos quejamos de la debilidad del Estado y eso se agravó entre 1998 y 2002. Ahora es distinto y ese es el gran logro de Uribe", dice Jorge Giraldo, decano de Ciencias Humanas de Eafit.
Pocas veces en la historia de un país un personaje (con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva) reúne las características típicas de un líder que parte la historia social y política en dos y hoy pocos ponen en duda que Álvaro Uribe es uno de ellos.
Algunos como José Obdulio Gaviria o el mismo Jorge Giraldo lo ponen al mismo nivel de Nuñez, López Michelsen o Gaitán.
"Obviamente, no todo es bueno -recalca Giraldo-. Existen problemas graves con el tema de la división de poderes (en las que el Presidente actúa constantemente por instinto) o la popularidad avasallante que preocupa algunos de planteamientos liberales".
La clave: la cercanía
Con un estilo muy particular de entender el Estado y el manejo del Gobierno, el presidente Álvaro Uribe ha edificado sus altos niveles de popularidad en el fortalecimiento de la seguridad, el compromiso con los más mínimos detalles del funcionamiento del país y por último (pero quizá lo más importante) una cercanía con la población gracias a los consejos comunales.
Juan Carlos Arenas, analista político de la Universidad de Antioquia, dice que el contacto con diferentes sectores de la sociedad y la capacidad de mostrar eficiencia en poco tiempo ha subido la popularidad de Uribe a los niveles en los que esta hoy.
Da una impresión, según Arenas, de presencia del gobernante en todos los frentes, de ocupación permanente con temas que para el ciudadano de a pie son de la mayor trascendencia.
Esa popularidad que llegó a que el 86 por ciento de la población aprobara su gestión en la última encuesta es al mismo tiempo la gasolina para algunas de las actuaciones más cuestionadas del Presidente.
Los analistas coinciden en señalar que sin duda el punto más flaco del Primer Mandatario es su disputa con las ramas del poder, y que sus peleas con las altas Cortes ponen en riesgo la estabilidad del Estado.
"Ese sistema de pesos y contrapesos se pone en riesgo. El Presidente muchas veces trata de acallarlos y eso es grave", afirma Arenas.
Para el ciudadano común no es muy trascendental que Uribe salga a proponer referendos que reafirmen su mandato o que desdiga de los magistrados de algunas cortes. Para el mecanismo político y el engranaje de la democracia estos hechos son motivo de honda preocupación.
Son las dos caras de un mandato que inició para cuatro años, lleva seis, y algunos quiere que dure doce.
Álvaro Uribe es sin duda alguna un personaje que genera una simpatía nunca vista antes en la historia política reciente de nuestro país y cuyos detractores son tan viscerales como sus admiradores.
El punto medio, con cabeza fría de estadistas, revela unos resultados irrefutables en la recuperación de un país que en el extranjero era visto, a inicios del siglo XXI, como una república bananera a punto de colapsar. Hoy la historia se escribe de forma muy distinta.
"Las encuestas pueden ser refutables -dice Jorge Giraldo- Pero ante un hecho de patriotismo y orgullo nacional como el del pasado 20 de julio nadie puede negar que en el país hay una cohesión que antes no existía".
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