EL TIEMPO, 11 de Enero - 2008
El Gobierno Nacional, a través de un comunicado rechazó la petición del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, de quitarle el calificativo de "terroristas" a las guerrillas de las FARC y el ELN.
El Jefe de Estado del vecino país, defendió la ideología de Las FARC y el ELN, afirmando que eran ejércitos, que había que reconocerles un estatus político, y señaló que la comunidad internacional debería dejar de calificarlos como "Terroristas".
Hugo Chávez, señaló que para normalizar las relaciones entre Colombia y Venezuela era perentorio dejar de llamar a los grupos alzados en armas como "Terroristas".
En un comunicado el Gobierno Nacional explica los porqué, de que Las FARC y el ELN y los demás grupos al margen de la ley como las autodefensas en proceso de desmovilización son calificados como "Terroristas", y reitera que sólo a través de la Iglesia Católica colombiana se desarrollaran los contactos en aras de la pacificación del país.
El texto del comunicado es el siguiente:
Todos los grupos violentos de Colombia son terroristas. Terroristas son las FARC, el ELN, los paramilitares en proceso de desmantelamiento. Son terroristas por atentar contra una democracia respetable y por sus métodos de exterminio de la humanidad.
Colombia tiene una democracia que avanza en seguridad para todos los ciudadanos, respetuosa de las libertades y el pluralismo, afanada por construir cohesión social, esforzada por la transparencia y respetuosa de la independencia de las diferentes instituciones que conforman el Estado.
El uso de fuerza o solamente su amenaza contra esa democracia, es puro terrorismo. En el continente hubo grupos violentos que, por luchar contra dictaduras, fueron calificados como insurgentes. En Colombia los grupos violentos atentan contra la democracia; en consecuencia, el calificativo que merecen es el de terroristas.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque se financian de un negocio letal contra la humanidad: el narcotráfico.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque secuestran, ponen bombas indiscriminadamente, reclutan y asesinan niños, asesinan mujeres embarazadas, asesinan ancianos y utilizan minas antipersonales dejando a su paso miles de víctimas inocentes. Todas estas prácticas son violatorias de los derechos humanos y del derecho humanitario, que es apenas un atenuante de la crueldad.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque destruyen el ecosistema: han devastado dos millones de hectáreas de selva tropical para sembrar coca y producir cocaína.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque lo único que han producido para el país es desplazamiento, dolor, desempleo y pobreza.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque secuestran en cualquier parte, no tienen inconveniente en secuestrar venezolanos en Venezuela, o ecuatorianos en Ecuador; su lucha no es ideológica; al contrario, es acumular dinero proveniente de la crueldad y de los negocios ilícitos. Esto demuestra que su objetivo es el terrorismo transnacional y no una lucha política en Colombia.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas. Las guerrillas cambiaron sus viejas ideas de revolución marxista por el mercenarismo financiado por las drogas ilícitas y además engendraron el terrorismo paramilitar.
El Gobierno de Colombia por ningún motivo acepta que a estos grupos se les levante el calificativo de terroristas y se les dé estatus de beligerancia.
El Gobierno de Colombia, con sus Fuerzas Armadas y su Constitución, continuará la lucha hasta derrotar a estos grupos terroristas que han recibido las más generosas ofertas de paz, como lo demuestra el tratamiento lleno de solidaridad a 46.000 desmovilizados.
En esta hora, el mundo no puede olvidar los 750 ciudadanos secuestrados por las FARC en los últimos 10 años, que siguen desaparecidos. La liberación de doña Consuelo González de Perdomo y de doña Clara Rojas, que todos los colombianos hemos celebrado, no puede ocultar el horror del secuestro del que fueron víctimas por tantos años, ni tampoco ocultar el tratamiento de tortura que los terroristas de las FARC dan a los miembros de la Fuerza Pública y a los dirigentes políticos secuestrados por ellos: permanecen encadenados día y noche y en jaulas, como también lo atestiguan las dos personas liberadas.
El Gobierno de Colombia trabajará con la Iglesia Católica en la búsqueda de una zona de encuentro, sobre la base de que la gestión humanitaria que adelanten los prelados no conllevará parcialización a favor de los terroristas de las FARC.
El Jefe de Estado del vecino país, defendió la ideología de Las FARC y el ELN, afirmando que eran ejércitos, que había que reconocerles un estatus político, y señaló que la comunidad internacional debería dejar de calificarlos como "Terroristas".
Hugo Chávez, señaló que para normalizar las relaciones entre Colombia y Venezuela era perentorio dejar de llamar a los grupos alzados en armas como "Terroristas".
En un comunicado el Gobierno Nacional explica los porqué, de que Las FARC y el ELN y los demás grupos al margen de la ley como las autodefensas en proceso de desmovilización son calificados como "Terroristas", y reitera que sólo a través de la Iglesia Católica colombiana se desarrollaran los contactos en aras de la pacificación del país.
El texto del comunicado es el siguiente:
Todos los grupos violentos de Colombia son terroristas. Terroristas son las FARC, el ELN, los paramilitares en proceso de desmantelamiento. Son terroristas por atentar contra una democracia respetable y por sus métodos de exterminio de la humanidad.
Colombia tiene una democracia que avanza en seguridad para todos los ciudadanos, respetuosa de las libertades y el pluralismo, afanada por construir cohesión social, esforzada por la transparencia y respetuosa de la independencia de las diferentes instituciones que conforman el Estado.
El uso de fuerza o solamente su amenaza contra esa democracia, es puro terrorismo. En el continente hubo grupos violentos que, por luchar contra dictaduras, fueron calificados como insurgentes. En Colombia los grupos violentos atentan contra la democracia; en consecuencia, el calificativo que merecen es el de terroristas.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque se financian de un negocio letal contra la humanidad: el narcotráfico.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque secuestran, ponen bombas indiscriminadamente, reclutan y asesinan niños, asesinan mujeres embarazadas, asesinan ancianos y utilizan minas antipersonales dejando a su paso miles de víctimas inocentes. Todas estas prácticas son violatorias de los derechos humanos y del derecho humanitario, que es apenas un atenuante de la crueldad.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque destruyen el ecosistema: han devastado dos millones de hectáreas de selva tropical para sembrar coca y producir cocaína.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque lo único que han producido para el país es desplazamiento, dolor, desempleo y pobreza.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas porque secuestran en cualquier parte, no tienen inconveniente en secuestrar venezolanos en Venezuela, o ecuatorianos en Ecuador; su lucha no es ideológica; al contrario, es acumular dinero proveniente de la crueldad y de los negocios ilícitos. Esto demuestra que su objetivo es el terrorismo transnacional y no una lucha política en Colombia.
Los grupos violentos de Colombia son terroristas. Las guerrillas cambiaron sus viejas ideas de revolución marxista por el mercenarismo financiado por las drogas ilícitas y además engendraron el terrorismo paramilitar.
El Gobierno de Colombia por ningún motivo acepta que a estos grupos se les levante el calificativo de terroristas y se les dé estatus de beligerancia.
El Gobierno de Colombia, con sus Fuerzas Armadas y su Constitución, continuará la lucha hasta derrotar a estos grupos terroristas que han recibido las más generosas ofertas de paz, como lo demuestra el tratamiento lleno de solidaridad a 46.000 desmovilizados.
En esta hora, el mundo no puede olvidar los 750 ciudadanos secuestrados por las FARC en los últimos 10 años, que siguen desaparecidos. La liberación de doña Consuelo González de Perdomo y de doña Clara Rojas, que todos los colombianos hemos celebrado, no puede ocultar el horror del secuestro del que fueron víctimas por tantos años, ni tampoco ocultar el tratamiento de tortura que los terroristas de las FARC dan a los miembros de la Fuerza Pública y a los dirigentes políticos secuestrados por ellos: permanecen encadenados día y noche y en jaulas, como también lo atestiguan las dos personas liberadas.
El Gobierno de Colombia trabajará con la Iglesia Católica en la búsqueda de una zona de encuentro, sobre la base de que la gestión humanitaria que adelanten los prelados no conllevará parcialización a favor de los terroristas de las FARC.
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