— Oites Tola, ¿qué te contó Piedá Córdoba de su cita con el pitufo Raúl Reyes?— Que muy ocupao Reyes, que Piedá tuvo que esperar mientras él atendía un vendedor de armas.
— Pero ¿qué más te contó? ¿Las Far sí tienen voluntá de hacer el acuerdo manitario?
— Que Reyes le aseguró que sí, que ellos están hablando en serio, y que entonces Piedá le dijo: escupa y no se ría.
— Y ¿a quién más vio Piedá? ¿Vio al niño Emanuel?
— Ella preguntó por el niño, pero Reyes quizque le dijo que estaba castigao por desobediente y que le habían prohibido ver el atardecer.
— ¿Y vio a Tanja, la guerrillera holandesa?
— Dejá la bulla Maruja que pasó una cosa lo más de maluca con esa muchacha… Figurate que Piedá le llevó a Emanuel un mecatico: dos supercocos, un bom-bom-bum y un paquete de papitas… Y de imprudenta se los entregó delante de Tanja, y cuenta Piedá que cuando Tanja vio ese paquete de papitas tragó saliva y se le chocolatiaron los ojos.
— Qué pesar, esa pobre muchacha quizque muere por las galguerías.
— Cuando al ratico, el escándalo: Emanuel chillando a moco tendido porque se le había desaparecido el paquete de papitas. Entonces ai mismo Jojoy hizo formar a los guerrilleros y les dijo que diera un paso al frente la que se había jartao las papitas.
— ¿“La”?
— Es que ya la tenían pillada porque vos sabés que en la selva hay un silencio que da tajada y sintieron cuando alguien destapó el paquete: Tanja.
— Qué pecao de Tanja, le ha sabido a leche de perra su aventura en la guerrilla.
— Entonces ai mismo organizaron el Consejo de guerra y la acusaron de contrarrevolucionaria y antojada… Y la sentencia fue pasala al papayo.
— ¡Por un paquete de papitas!
— Eso les dijo Piedá, pero llegó el negro Acacio…
— ¿Acacio? ¿Está vivo Acacio?
— ¡Puu!, más vivo que el narcotráfico, Maruja por Dios… Hasta le mandó saludes a Juan Manuel Santos… Es que Acacio se salvó del bombardeo porque andaba mostrándole una cueva a Osama Bin Laden…
— ¿Bin Laden el terrorista árabe? ¿Y qué hace en Colombia ese tósigo?
— Que ya está mamao de la violencia en Irak y que quiere vivir en un país tranquilo… Pero no me hagás perder el hilo de la fusilada de Tanja: entonces cómo te parece que Tanja pidió como última voluntá que la dejaran dale algunas chupadas al bom-bom-bum… Y que le taparan los ojos con el turbante de Piedá.
— ¿Y Piedá dejó que fusilaran esa pobre atembada?
— ¡Qué va!… Piedá como es de alzada les dijo que era el colmo que estuvieran reclutando gente estranjera, que ella había notao algunos chinos entre los guerrilleros…
— ¿Chinos?
— Pero Reyes le aclaró que no eran chinos sino indios con fiebre amarilla.
— ¿Y al fin cómo se salvó Tanja?
— Reyes le propuso a Piedá que le perdonaban la vida a la holandesa si ella les hacía el favor de visitar a Simón Trinidá y preguntale dónde enterró la plata.
— Ve Tola, ¿y Raúl y Piedá no hablaron del Polo?
— Sí, ¡y que se rieron!
— Oites Maruja, contame ¿cuál es el merequetengue con ese tal venezolano que asesora al partido de la U y que dicen que es el de Aguadas pa la propaganda negra?
— Quizque es un baquiano del rumor… Que por ejemplo vos le decís: Jota Jota, ¿por cuánto me le hacés un chisme a equis persona, poniendo yo los materiales?
— Muy mal hecho que recurran a estranjeros sabiendo que aquí habemos personas capacitadas...
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