Por Hector Rincón
Feb. 24 2010
Cada detalle nuevo que se sabe del martirio de Orlando Zapata Tamayo es peor que el anterior. El preso político cubano estaba en estado de coma y, sin embargo, lo tenían esposado. Y vigilado por dos guardas armados. Pesaba 39 kilos cuando murió tras 85 días de ayuno. Y hasta cuando fue conciente lanzaba gritos de abajo a Fidel Castro y vivas a los derechos humanos. Zapata Tamayo se convertirá con el tiempo en un nuevo símbolo de la resistencia contra un régimen que nos engañó a millones. Que nos vendió una idea romántica del poder popular y de la urgente democracia del desarrollo para todos. Un régimen que lleva ya cincuenta años y que no ha conseguido ninguna victoria distinta a la de exhibirse como abanderado de una dignidad que no vale un carajo.
Ha cambiado para muchos, para millones, la idea que teníamos de Cuba. Abrazamos en el comienzo de la revolución barbuda la proclama de la Patria o la Muerte. Tras tantos años de decepción ahora abrazamos la proclama de Zapata Tamayo que es la misma pero para fines distintos. Patria o muerte, gritan hoy los disidentes cubanos uno de los cuales acaba de fallecer en una huelga de hambre.
Puntillazo:
Bastante incómoda la posición del presidente del Brasil. Luis Inacio Lula da Silva, tan prestigioso, tan ecuánime, tan representativo, llega a Cuba en el momento de la muerte de Zapata Tamayo. No se sabe qué cara pondrá, qué frase dirá, que reflexión suscitará en sus citas con los hermanos Castro. Lula se juega mucho en esta visita a Cuba.
Bastante incómoda la posición del presidente del Brasil. Luis Inacio Lula da Silva, tan prestigioso, tan ecuánime, tan representativo, llega a Cuba en el momento de la muerte de Zapata Tamayo. No se sabe qué cara pondrá, qué frase dirá, que reflexión suscitará en sus citas con los hermanos Castro. Lula se juega mucho en esta visita a Cuba.