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El Testamento del Paisa

15 October, 2009

“Algo hicimos mal"



Discurso del presidente Óscar Arias en la Cumbre de las Américas Trinidad y Tobago el 18 de abril del 2009.

Tengo la impresión de que cada vez que los países caribeños y latinoamericanos se reúnen con el presidente de los Estados Unidos de América, es para pedirle cosas o para reclamarle cosas. Casi siempre, es para culpar a Estados Unidos de nuestros males pasados, presentes y futuros.

No creo que eso sea del todo justo. No podemos olvidar que América Latina tuvo universidades antes de que Estados Unidos creara Harvard y William & Mary, que son las primeras universidades de ese país. No podemos olvidar que en este continente, como en el mundo entero, por lo menos hasta 1750 todos los americanos eran más o menos iguales: todos eran pobres. Cuando aparece la Revolución Industrial en Inglaterra, otros países se montan en ese vagón: Alemania, Francia, Estados Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda… y así la Revolución Industrial pasó por América Latina como un cometa, y no nos dimos cuenta. Ciertamente perdimos la oportunidad.

También hay una diferencia muy grande. Leyendo la historia de América Latina, comparada con la historia de Estados Unidos, uno comprende que Latinoamérica no tuvo un John Winthrop español, ni portugués, que viniera con la Biblia en su mano dispuesto a construir “una Ciudad sobre una Colina”, una ciudad que brillara, como fue la pretensión de los peregrinos que llegaron a Estados Unidos. Hace 50 años, México era más rico que Portugal . En 1950, un país como Brasil tenía un ingreso per cápita más elevado que el de Corea del Sur. Hace 60 años, Honduras tenía más riqueza per cápita que Singapur, y hoy Singapur –en cuestión de 35 ó 40 años– es un país con $40.000 de ingreso anual por habitante.

Bueno, algo hicimos mal los latinoamericanos. ¿Qué hicimos mal? No puedo enumerar todas las cosas que hemos hecho mal. Para comenzar, tenemos una escolaridad de 7 años. Esa es la escolaridad promedio de América Latina y no es el caso de la mayoría de los países asiáticos. Ciertamente no es el caso de países como Estados Unidos y Canadá, con la mejor educación del mundo, similar a la de los europeos. De cada 10 estudiantes que ingresan a la secundaria en América Latina, en algunos países solo uno termina esa secundaria. Hay países que tienen una mortalidad infantil de 50 niños por cada mil, cuando el promedio en los países asiáticos más avanzados es de 8, 9 ó 10. Nosotros tenemos países donde la carga tributaria es del 12% del producto interno bruto, y no es responsabilidad de nadie, excepto la nuestra, que no le cobremos dinero a la gente más rica de nuestros países. Nadie tiene la culpa de eso, excepto nosotros mismos.

En 1950, cada ciudadano norteamericano era cuatro veces más rico que un ciudadano latinoamericano. Hoy en día, un ciudadano norteamericano es 10, 15 ó 20 veces más rico que un latinoamericano. Eso no es culpa de Estados Unidos, es culpa nuestra. En mi intervención de esta mañana, me referí a un hecho que para mí es grotesco, y que lo único que demuestra es que el sistema de valores del siglo XX, que parece ser el que estamos poniendo en práctica también en el siglo XXI, es un sistema de valores equivocado. Porque no puede ser que el mundo rico dedique 100.000 millones de dólares para aliviar la pobreza del 80% de la población del mundo –en un planeta que tiene 2.500 millones de seres humanos con un ingreso de $2 por día– y que gaste 13 veces más ($1.300.000. 000.000) en armas y soldados.

Como lo dije esta mañana, no puede ser que América Latina se gaste $50.000 millones en armas y soldados. Yo me pregunto: ¿quién es el enemigo nuestro? El enemigo nuestro, presidente Correa, de esa desigualdad que usted apunta con mucha razón, es la falta de educación; es el analfabetismo; es que no gastamos en la salud de nuestro pueblo; que no creamos la infraestructura necesaria, los caminos, las carreteras, los puertos, los aeropuertos; que no estamos dedicando los recursos necesarios para detener la degradación del medio ambiente; es la desigualdad que tenemos, que realmente nos avergüenza; es producto, entre muchas cosas, por supuesto, de que no estamos educando a nuestros hijos y a nuestras hijas. Uno va a una universidad latinoamericana y todavía parece que estamos en los sesenta, setenta u ochenta.

Parece que se nos olvidó que el 9 de noviembre de 1989 pasó algo muy importante, al caer el Muro de Berlín, y que el mundo cambió. Tenemos que aceptar que este es un mundo distinto, y en eso francamente pienso que todos los académicos, que toda la gente de pensamiento, que todos los economistas, que todos los historiadores, casi que coinciden en que el siglo XXI es el siglo de los asiáticos, no de los latinoamericanos. Y yo, lamentablemente, coincido con ellos. Porque mientras nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías, seguimos discutiendo sobre todos los “ismos” (¿cuál es el mejor? capitalismo, socialismo, comunismo, liberalismo, neoliberalismo, socialcristianismo. ..), los asiáticos encontraron un “ismo” muy realista para el siglo XXI y el final del siglo XX, que es el pragmatismo .

Para solo citar un ejemplo, recordemos que cuando Deng Xiaoping visitó Singapur y Corea del Sur, después de haberse dado cuenta de que sus propios vecinos se estaban enriqueciendo de una manera muy acelerada, regresó a Pekín y dijo a los viejos camaradas maoístas que lo habían acompañado en la Larga Marcha: “Bueno, la verdad, queridos camaradas, es que a mí no me importa si el gato es blanco o negro, lo único que me interesa es que cace ratones” . Y si hubiera estado vivo Mao, se hubiera muerto de nuevo cuando dijo que “ la verdad es que enriquecerse es glorioso ”. Y mientras los chinos hacen esto, y desde el 79 a hoy crecen a un 11%, 12% o 13%, y han sacado a 300 millones de habitantes de la pobreza, nosotros seguimos discutiendo sobre ideologías que tuvimos que haber enterrado hace mucho tiempo atrás. La buena noticia es que esto lo logró Deng Xioping cuando tenía 74 años. Viendo alrededor, queridos Presidentes, no veo a nadie que esté cerca de los 74 años. Por eso solo les pido que no esperemos a cumplirlos para hacer los cambios que tenemos que hacer.

Muchas graciasÓscar Arias Sánchez; Heredia, Costa Rica, 1941) Político costarricense. Presidente de Costa Rica entre 1986 y 1990, fue reelegido en 2006 para un segundo mandato. Óscar Arias estudió en las universidades de Costa Rica y Boston (Estados Unidos), y luego en el Reino Unido, en la London School of Economics y en la Universidad de Essex, en la que se doctoró. Desde 1969 hasta 1972 fue profesor de ciencias políticas en la Universidad de Costa Rica.

Sus estudios y su capacidad intelectual lo convirtieron, desde muy joven, en miembro destacado del Partido Liberación Nacional (PLN). Con tan sólo veinte años ya estaba afiliado a esta formación política, participando en campañas electorales con elocuentes discursos. Fue un reconocido miembro de la organizacion Internacional de estudiantes AIESEC. Desempeñó cargos gubernamentales bajo la presidencia de José Figueres (1970-1974). Ya en 1974, a los 33 años de edad, fue ministro de Planificación en el gobierno de Daniel Oduber Quirós (1974-1978), y en 1978 se desempeñó como diputado. Llegó al cargo de secretario general del PLN en 1979; dos años después organizó la elección presidencial de su compañero de filas Luis Alberto Monge. De esa época es su obra Nuevos rumbos para el desarrollo costarricense (1979).

Presidente electo de Costa Rica en 1986, aplicó medidas económicas destinadas a paliar la deuda externa del país, pero sus principales esfuerzos se centraron en la elaboración de un ambicioso plan de paz para América Central. Convocó a los presidentes de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua con el fin de llevar adelante el proceso iniciado por el grupo de Contadora, que se había paralizado debido al conflicto civil panameño y a las tensiones entre el gobierno sandinista de Nicaragua y Estados Unidos.

Finalmente, la iniciativa se materializó en Guatemala con la firma del denominado «Plan Arias» en agosto de 1987, conocido también como el acuerdo de Esquipulas. Sus esfuerzos pacificadores fueron reconocidos internacionalmente con la concesión del Premio Nobel de la Paz de 1987 y el Príncipe de Asturias de Cooperación Iberoamericana en 1988.

En política interior, los esfuerzos de Óscar Arias se orientaron a la estabilización de la economía del país. Consiguió la condonación de una parte de la deuda externa, realizó grandes reformas en la educación primaria y secundaria y construyó más de ochenta mil viviendas para la población más necesitada. Finalizado su mandato, el ex presidente continuó gozando de un nivel de popularidad muy alto, consolidado con la creación de la Fundación Arias, que promueve la educación para la paz en el mundo, la desmilitarización de los estados y las inversiones en educación y bienestar social.

En 2001 el Tribunal Constitucional desestimó su solicitud de introducir en la Carta Magna una serie de modificaciones que le permitiesen aspirar de nuevo a la presidencia del país. En 2003 la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia aprobó una reforma de la Constitución que facultaba a los ex presidentes de la República a optar de nuevo al cargo. Así, en 2006, Arias pudo concurrir por el PLN a las elecciones presidenciales, en las que resultó vencedor por un estrecho margen.



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